Wander & Wonder: Short stories on the road IV (Español).
- Cecilia Noguera
- 14 ene
- 3 Min. de lectura

Hola a todos! Mil disculpas por haber estado un poco ausente. Diciembre es este caos al que parece que nunca nos vamos a acostumbrar, pero acá estamos: en el capítulo final de esta aventura italiana. Me cuesta creer que ya llevo cuatro blogs dedicados al viaje y aunque creo que podría escribir mil mas, hay nuevas ideas dando vueltas por mi cabeza que también merecen su espacio. Así que, ¡empecemos!
Expreso de medianoche
En el último blog estábamos dejando Nápoles después del frenesí Maradoneano. La última parte del viaje incluyó un viaje nocturno en tren, algo que nunca había hecho.
Para los que no sabían, para viajar desde Nápoles a Catania (Sicilia) necesitas recorrer muchos kilómetros y navegar (si, navegar) a través del Estrecho de Mesina. Por suerte, esta vez los mareos no fueron un problema. Primero, porque lo cruzamos alrededor de las 3 de la mañana y yo estaba felizmente dormida. Y segundo, porque nunca tuvimos que abandonar el tren. El traslado incluye una maniobra super curiosa en la cual el tren completo es subido a un ferry para poder cruzar el estrecho, para luego seguir su camino ya en Sicilia. Es una logística muy impresionante que les recomiendo buscar en YouTube, porque yo en ese momento estaba roncando.
La experiencia de dormir en un tren no es la más cómoda del mundo, a menos que viajes en primera. En nuestro caso, fue un camarote pequeño, con una escalera no muy segura para subir a las camas cucheta y la sensación de caerse al suelo con cada frenada del tren. ¿Pude dormir? ¡Por supuesto! Pero eso habla más de mis habilidades para dormir en cualquier lado que de las comodidades del tren. Pero lo hicimos por la anécdota, y llegamos a la mañana siguiente a Catania.
¿Italia puede ser más hermosa?
Catania nos sirvió de punto base para visitar Taormina, una ciudad a la que definitivamente voy a volver. Para esta altura ya deben estar cansados de leerme describir pueblos increíbles colgados de las laderas de montañas, pero este es especial. La frutilla del postre es su anfiteatro greco-romano. Imaginen un mini-coliseo, en la cima de una montaña con vistas increíbles a la costa siciliana y donde, al atardecer, se puede ver el sol poniéndose entre las columnas romanas. Lo más increíble es que el espacio se sigue usando para conciertos y espectáculos. Aunque no tuvimos la suerte de ver uno, una turista se animó a probar la acústica cantando ópera, haciendo la experiencia todavía más inolvidable.
Luego nos fuimos a Agrigento, a visitar el Valle de los Templos: una explanada enorme con tres construcciones principales, increíblemente preservadas desde el año 580 a.C. El sitio te permite caminar las calles y templos dedicados a múltiples dioses griegos y la mejor parte es que ¡se ilumina de noche! No como otros.
Ok, hablemos de Pompeya.
Vayamos unos días atrás para hablar, finalmente, de Pompeya. El sitio es enorme, y sabíamos que no íbamos a poder recorrerlo por completo, así que entramos a las 4 de la tarde con la tarea de ver todo lo que podamos. Cabe mencionar que, a esa altura del año, en Italia anochece cerca de las 6 de la tarde, pero pensamos que a lo sumo veríamos las ruinas iluminadas. Bueno, no. Les soy honesta: Pompeya es increíble y cuando digo que es enorme me quedo corta. Es una ciudad completa donde podes ver templos, casas, negocios, calles… y todavía no fue excavada en su totalidad. Pero no tiene ninguna iluminación. NINGUNA. Cuando empezó a oscurecer tuvimos que usar los celulares para iluminar por dónde íbamos y evitar tropezar con alguna piedra y rompernos la cabeza. Por un lado, si hizo que la visita no fuera la mejor. Pero por el otro, a esta Acuariana fan de lo paranormal, le dio lugar a pegarse unos buenos sustos y sacar todas las teorías conspirativas del cajón. Así que tan mal no estuvo.
Tiempo de volver a casa.
Esa última anécdota marca el final de esta aventura italiana. Quiero agradecerles una vez más por acompañarme en esta recopilación, que como siempre es sobretodo para recordar y ejercitar el sentarme a escribir. No sé a ustedes, pero a mi a veces me cuesta ver lo positivo del año cuando voy llegando a diciembre. Y aunque el 2024 tuvo sus complicaciones, este viaje fue definitivamente de las mejoras cosas que pasaron.
Un gracias especial a mis padres, por dejarme ser parte.
Hasta la próxima aventura.
Ce.