Wander & Wonder: Short stories on the road I (Español).
- Cecilia Noguera
- 18 nov 2024
- 4 Min. de lectura

Bienvenidos a esta nueva serie donde, con el simple objetivo de escribir por darme el gusto, los voy a llevar conmigo a nuevos lugares. Pueden ser países lejanos o tal vez sólo una vuelta por el barrio, no importa. Lo importante es viajar juntos, desde el mundo exterior hasta los rincones de mi cabeza.
Como les contaba, este primer blog es un sueño hecho realidad. Hoy nos toca una “passeggiata” (o caminata, en italiano) por las hermosas y estrechas calles de Roma. Esta antigua cuidad es un laberinto de subidas y bajadas, ruinas preciosamente conservadas e iglesias. Miles y miles de Iglesias. La ciudad se siente como una foto en sepia, congelada en un tiempo de columnatas y estatuas. Tal vez se preguntan cómo termine allá y la historia, me animo a decir, es una que me da un poco de vergüenza.
El pasaporte no hace al ciudadano.
Hace ya mas de 10 años que tengo mi pasaporte italiano. Es un privilegio que viene, en mi caso, desde mi familia paterna. Al parecer alguien, hace mucho tiempo, decidió que era una buena idea meter toda su vida en una valija y viajar semanas por mar para empezar una nueva vida, o escapar de la vieja. Y ahora nosotros, sus descendientes, preparamos nuestras valijas para viajar hacia el otro lado. Siempre le agradecí a mi viejo por todo el trámite que fue conseguir ese pasaporte, especialmente porque hace que viajar a otros países sea mas sencillo, pero me avergüenza un poco decir que nunca sentí la necesidad de conocer la tierra de mis ancestros.
Cada vez que jugábamos a planear un viaje por Europa, yo siempre arrancaba por Inglaterra, tal vez Alemania o Escocia… el norte, digamos. Pero Italia nunca estaba en la lista. Y no por nada en particular, simplemente por falta de curiosidad. Eso cambió a principios de este año, cuando mis padres anunciaron su viaje y yo pensé: “¿Y si me sumo?”. Tenía unos pocos días de vacaciones (ah, la vieja Ce en relación de dependencia) así que decidí unirme al final del viaje que incluía la costa Amalfitana y Sicilia. Y, gracias a la logística de las aerolíneas, el viaje incluyó también una escala corta en Roma.
Paseando por Roma.
Los meses se transformaron en semanas y cuando me di cuenta ya estaba en camino al país de mi pasaporte, para poder usarlo correctamente. Llegué a Roma un Sábado a la tarde para pasar un día y medio y no les puedo explicar la cantidad de gente que vi. Se ve que todos tuvimos la misma idea. Luego de un paso por el hotel para sacarme de encima 24 horas de viaje, decidí empezar mi recorrido por el barrio mas cool: Trastevere, donde el clima de Sábado a la noche y las hordas de turistas le pusieron el mejor color. Trastevere es una hermosa mezcla de Trattorias, callecitas intrincadas y la sensación de libertad que sólo un par de Aperoles te pueden dar. Fue el mejor comienzo para esta aventura.
El día dos (o uno, técnicamente) fue el que realmente inició la magia, con 26km caminados para probar que realmente vi TODO de Roma. Una de las cosas que mas disfruto hacer cuando viajo sola (a mis viejos iba a verlos recién en Sorrento) es ponerme auriculares y caminar con música. Es increíble como el paisaje cambia con una canción, haciéndolo más rico y dando la oportunidad de revivir el momento cada vez que esa canción vuelve a sonar.
Roma no se construyó en un día, pero yo decidí caminarla en uno.
Caminando por Roma es cuando entendí que tantos años sin estar interesada en conocer Italia fueron un grave error, porque fue la primera vez que sentí el verdadero valor de mi pasaporte. Hay tanto para ver, caminar y disfrutar ya sea mirando una fuente, una estatua o un mural. Subís y bajas infinidad de escaleras, encontrás ruinas a la vuelta de cada esquina y te cruzas con secretos preservados desde los tiempos del Imperio Romano. Sin embargo, yo encontré la magia en la gente y en el idioma. Los italianos hablan FUERTE, moviendo las manos y comunicándose de una manera que parece que están constantemente discutiendo. Pero, si se mira más de cerca, se entiende que en realidad están SINTIENDO. Ellos todo lo sienten y el italiano es un idioma que transmite esa pasión y energía con la que viven. Si entendés un poco como yo (gracias al Duolingo, que no es sponsor pero bien podría serlo), el italiano se siente cercano y familiar. Porque, ¿quién más habla fuerte y gesticulando mucho? El Argentino, claro que si. Parece que al final la tierra de mis ancestros no me es tan extraña.
Después de caminar todo el día y mezclarme entre las calles, los ruidos y los colores de Roma, puedo decir que definitivamente quisiera volver. Tal vez con el tiempo suficiente para que mis rodillas no resientan la caminata. También quisiera agradecer a toda la gente que me supo decir que debía conocer Italia si o si. 24hs me demostraron que ellos tenían razón, y que yo estaba felizmente equivocada.
El principio de la aventura.
Roma fue la entrada a un viaje lleno de aventuras y risas. Conocer tantos lugares en tan poco tiempo puede hacer que todo se sienta un poco confuso, y es por eso que decidí comenzar a escribir. Para sacarlo de mi cabeza y convertirlo en palabras. Para hacer real el recuerdo y no olvidarme cuando vuelva a la rutina. Y también para escribir, que es lo que más me gusta hacer.
Todavía queda mucho por contar: la hermosura de la Costa Amalfitana, la personalidad de Sicilia, la experiencia de un tren nocturno y de la ciudad donde pensé: “Che, yo re podría vivir acá”. Gracias al pasaporte por eso.
Espero que lo hayan disfrutado.
Nos vemos la próxima.
Ce.